Los mayores fabricantes de automóviles del mundo avanzan imparables en el desarrollo de coches autónomos, una tecnología que va a revolucionar la movilidad para hacerla más confortable y segura. Según un estudio de la consultora PWC, en 2035 un 14% de las nuevas matriculaciones en Europa, China y Japón corresponderán a vehículos autónomos.
El objetivo último es alcanzar cuanto antes la cifra de 0 accidentes. Porque no hay que olvidar que se calcula que hasta el 94 % de los accidentes de tráfico del mundo se producen por errores humanos, y los coches autónomos se presentan como la tecnología capaz de corregir esta situación.
Para avanzar en este camino los modelos actuales ya incorporan numerosos sistemas avanzados de ayuda al conductor, un paso previo a la autonomía total en la que el conductor tan solo tendrá que elegir el destino al que desea llegar.
Los niveles de conducción autónoma
Existen seis niveles de conducción autónoma:
- Nivel 0: el vehículo requiere de un humano para su control manual absoluto y no tiene ninguna herramienta de conducción autónoma.
- Nivel 1: cuenta con un solo sistemas avanzados de ayuda a la conducción (ADA por sus siglas en inglés) como el freno autónomo, el control de crucero y el de estabilidad.
- Nivel 2: incorpora un nivel de automatización parcial, con funciones de control y mantenimiento en el carril, aceleración y deceleración. El conductor sigue realizando las maniobras principales y debe permanecer atento a las señales de tráfico. Este es el nivel más habitual entre los modelos de coche más modernos.
- Nivel 3: el coche cuenta con sensores avanzados y gestiona la conducción, pero aún necesita de la intervención del conductor. En España de momento no está permitido hacer uso de este nivel de conducción autónoma, ni ninguno superior, ya que la ley no permite que el conductor suelte el volante durante la conducción. Mientras, Mercedes-Benz ya comercializa en los estados de California y Nevada su tecnología Drive Pilot, el primer sistema certificado nivel 3 de conducción automatizada en el mundo. Está disponible en los Mercedes EQS y permite al vehículo manejar la conducción en ciertos tramos de autopista a velocidades de hasta 65 km/h, sobre todo en situaciones de tráfico denso. En el mundo occidental, tan solo Alemania y algunos estados de Estados Unidos poseen una legislación específica para autorizar la circulación de vehículos autónomos con el respaldo de conductores humanos de emergencia.
- Niveles 4: con un alto nivel de automatización, el vehículo ya no necesita la intervención humana, pero solo se mueve a baja velocidad, a unos 40-50 km/h, por zonas mapeadas previamente.
- Niveles 5: la automatización ya es total y el vehículo ni siquiera tiene volante, acelerador o freno. El pasajero solo tiene que indicar su destino de viva voz. Todavía no existen modelos así en el mercado.
¿Qué tecnologías van a cambiar la forma de conducir?
Un coche autónomo tiene que ser capaz de comprender el entorno en el que se mueve, identificar rutas, leer las señales de tráfico, detectar el movimiento del resto de vehículos y de los peatones, etc. Para ello utiliza radares, láseres, sensores, visión computarizada, sistemas de posicionamiento global… El reto técnico es grande, porque un adelantamiento a 80 km/h requiere poder anticiparse a situaciones que se encuentran a un kilómetro de distancia.
Las herramientas de inteligencia artificial interpretan la información recabada por estos dispositivos. Determinan el sentido del desplazamiento de los objetos, la velocidad, si hay riesgo de colisión o no. Y en base a esta interpretación que hacen de los diferentes escenarios realizan acciones como frenar, acelerar o mantenerse en un carril, por ejemplo. El resultado son tecnologías ADAS como el adaptative Cruise control, los sistemas de detección de señales de tráfico, los asistentes para el mantenimiento de carril…
Pero para que un coche circule sin ninguna intervención del conductor también necesita comunicarse con el resto de vehículos e incluso con la infraestructura vial. La inteligencia artificial está llamada a desempeñar un papel muy importante en la aplicación del internet de las cosas al sector de la automoción. Permitirá por ejemplo anticipar escenarios de peligro, como en el caso de dos coches llegando al mismo tiempo a un cruce donde el campo de visión es limitado. Pero la popularización de este tipo de tecnología todavía tardará años en llegar.